En sus primeras visitas a Inglaterra, Engels y Marx quedaron abrumados ante el desarrollo del paisaje industrial de Inglaterra, pionera en la explosión fabril del siglo XIX. Alemania se incorporaría más tarde al frenesí de la producción industrial en serie, que en ciudades como Manchester, pionera en el tratamiento textil del algodón, avanzaba con fuerza desde finales del XVIII. En Manchester viviría el propio Engels, y en ella fundaría prósperos negocios al calor del negocio algodonero. Pero la ciudad británica merece una visita no solo para indagar en ese pasado industrial, sino también para seguir la ruta de las bandas que a partir de los años ochenta le dieron un inesperado protagonismo a unos paisajes urbanos que reflejaban el fracaso de las políticas de recuperación de la posguerra.